Tema 5_ Intervención educativa en la adquisición de hábitos de sueño _

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Scene 1 (0s)

[Virtual Presenter] ¡Buenos días y bienvenidos a nuestro video sobre el equilibrio entre la actividad y el descanso para la salud y el desarrollo en la infancia! Este es nuestro tema número 5 de la presentación, que se enfoca en la intervención educativa en la adquisición de hábitos de sueño. En primer lugar, es importante destacar la relevancia del equilibrio entre la actividad y el descanso en la infancia. Este balance es fundamental para la salud de los niños, ya que promueve su desarrollo físico, cognitivo y psicoemocional. La actividad en la infancia incluye tanto acciones físicas como mentales, que son necesarias para su aprendizaje. Esta actividad genera la necesidad de descanso, que es esencial para compensar el esfuerzo físico y mental y adaptarse al nivel de actividad. El descanso puede ser dinámico o relacionado con el sueño. La evolución de los patrones de sueño en la infancia cambia con la edad, debido a la maduración fisiológica. Este proceso natural debe ser considerado en nuestra intervención educativa. Ahora, pasemos a hablar específicamente del sueño en la infancia. El sueño se define como un estado de relajación muscular y recuperación del cuerpo después de la actividad diaria. El ciclo del sueño dura entre 90 y 120 minutos y consta de sueño lento, que se divide en 4 fases, y sueño REM. En los bebés, el sueño REM ocupa el 50% del ciclo. Las fases del sueño lento son: la fase 1, de adormecimiento y fácil despertar; la fase 2, de sueño ligero y baja reacción a estímulos; la fase 3, de transición al sueño profundo con funciones corporales ralentizadas; y la fase 4, de sueño profundo con inconsciencia total y revitalización de los tejidos. El sueño REM se caracteriza por movimientos oculares rápidos, sueños y un ritmo cardíaco acelerado, y disminuye con la edad. Los patrones de sueño evolucionan con la edad. Durante los primeros meses de vida, los bebés duermen entre 18 y 20 horas, sin distinguir entre el día y la noche. A medida que crecen, el número de horas de sueño disminuye y se establecen patrones más regulares. Por ejemplo, entre los 3 y 6 meses, los bebés duermen 10 horas por la noche y realizan 4 siestas de 2 horas durante el día. Entre los 6 y 9 meses, los bebés duermen 10 horas por la noche y realizan 3 siestas de 2 horas. A los 9 y 12 meses, los bebés duermen 12 horas por la noche y realizan 2 siestas de 2 horas. A partir de los 2 años, la mayoría de los niños duermen alrededor de 10 horas por la noche..

Scene 2 (2m 55s)

[Audio] En relación a la importancia del equilibrio entre la actividad y el descanso en la salud y el desarrollo de la infancia, el sueño desempeña un rol fundamental. Como educadores de nivel superior, es crucial comprender la relevancia de enseñar a los niños y niñas a dormir de manera adecuada. En la segunda diapositiva, abordaremos los diferentes métodos existentes para enseñar a dormir. El primero de ellos es conocido como el "método Ferber" o "dejar llorar". Este método se basa en establecer rutinas claras para ir a la cama y en que el adulto tranquilice al bebé sin tocarlo, fomentando su autonomía para dormir. Por otro lado, tenemos el método Sunderland o "colecho", en el cual el bebé comparte la cama con sus padres. Este método fortalece el vínculo afectivo entre los padres y el bebé, además de facilitar la lactancia. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este método se prolonga hasta los 5 años. Continuando con la siguiente parte de la diapositiva, hablaremos sobre los trastornos del sueño en la infancia. En este punto, es esencial mencionar dos tipos de trastornos: las disomnias, que se caracterizan por tener dificultades para dormir o despertares frecuentes, y las parasomnias, que consisten en comportamientos anormales durante el sueño. Entre las causas de las disomnias, se encuentran problemas físicos como el dolor o malestar, alteraciones emocionales como los celos o conflictos familiares, y malos hábitos como la falta de rutinas. En cuanto a las parasomnias, se incluyen conductas como las pesadillas, hablar o gritar durante el sueño, sonambulismo, terrores nocturnos, bruxismo y jactatio capitis. Para tener un sueño saludable, es fundamental tener en cuenta algunos factores clave. En primer lugar, la calidad del sueño, que debe ser ininterrumpida y en un ambiente seguro y cómodo. En segundo lugar, la regularidad en los horarios de ir a la cama y levantarse. Y por último, pero no menos importante, la relación afectiva que debemos transmitir al niño o niña para garantizar un sueño tranquilo y reparador. Con esto, concluimos la segunda diapositiva. Esperamos que esta información sea útil en su trabajo con niños y niñas, y les recordamos la importancia de promover un sueño saludable en la infancia. ¡Hasta la próxima diapositiva!.